Hoy fue el día del padre y del hijo (del espíritu santo será dentro de dos meses y Dios mediante, off course) así que mi padre y yo nos fuimos de copas y a llevar la ruina con ruedas que es su coche al mecánico para ver a cuál le queda más tiempo de vida.
Hacía tiempo que no hablábamos los dos solos, de todo y de nada, de antes y de lo poco que le queda al después, de los que están y de los que y...a se han ido, de cómo la vida nos trato hasta ahora y de cómo nos gustaría despedirnos de ella.
Mi padre siempre será para mi ese héroe anónimo que les pedía a sus trabajadores cuatro, a mí, por ser su hijo, cinco, mientras el siempre daba el seis porque había que predicar con el ejemplo y no se podía pedir a nadie más de lo que uno mismo podía dar.
Mi padre siempre será el modelo de la persona que lucho y que luchara por su familia hasta el último de sus suspiros, ese que se da cuando ya cansado te sientes merecedor del descanso eterno, ese donde la sidra corre a esgalla y la gaita se la metemos por el culo al mismísimo diablo para deleite propio y ajeno.
Mi padre siempre será un ejemplo de fidelidad, de amor y de lucha que con 60 años de matrimonio a sus espaldas (+ 4 de noviazgo sin sexo ”aclaración de mi madre”) aun sigue tan enamorado como el primer día y a pesar de sus múltiples y dolorosos achaques aun saca fuerzas de ni se sabe dónde para levantar del suelo a su esposa cuando esta se cae y, a soportar estoicamente las innumerables estupideces que la senilidad hace decir cuando el olvido cobra su diezmo.
Mi padre se quiere ir, me dice que está cansado, que ya hizo todo lo que tenía que hacer y que se gano a pulso su sitio en el cielo. A mí no me queda más argumento de que el verlo ahí me da fuerza para seguir peleando por los míos pero que la vida es así, seguirá su curso y como se irá primero que yo, por favor, me reserve un sitio junto a él en su terraza, esa terraza orientada al mar, frente a nuestro cantábrico, en nuestra Asturias, en nuestra patria querida, esa que nos vio nacer y que nos acogerá con la dulzura de una madre en un abrazo eterno.
Siento no poder haceros reír en estos momentos, mi suegro está en estado terminal y no creo que falten muchos días para que se reuna con sus padres, con su mujer y con su hija.
La vida es un suspiro, no la desaprovecheis y entregar todo ese amor que guardais en el cofre de vuestro corazon y regalar esos besos y abrazos que almacenais en el bolsillo ya que si no, todo, se lo llevara la nada.
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